Por Ciro Annicchiarico (*)
¿Por qué Duhalde no pudo imponer a Reuteman o a De la Sota en 2003? Porque eran representantes de los mismos trastos políticos que el pueblo estaba repudiando, y Duhalde, que recurre siempre al latiguillo de "no tienen experiencia política" para descalificar a quien se le oponga en sus nefastas aventuras, subestimó la conciencia popular de entonces. ¿Por qué Duhalde creyó por último que con la figura de Néstor Kirchner podría salvar el aparato del PJ bonaerense que se le escurría por las alcantarillas de la historia? Porque ese candidato, con sus propuestas, resultó que contó con un inesperado apoyo popular. La lección es clara. Quienes cuestionamos a los monopolios mediáticos somos los que nos movilizamos tras la propuesta del excelente programa 6, 7, 8, quienes llenamos la Plaza de Mayo el 24 de marzo, quienes durante más de diez años participamos de los debates por la reforma del regimen legal que regula la actividad de los medios de comunicación. No necesitamos de ningún afiche anónimo, de dudoso origen, para repudiar a los actuales monopolios que están exclusivamente detrás de la ganancia económica y no de la comunicación democrática y veraz. De la misma manera que en 2001 no necesitamos de ningún "plan" de nadie para sacarlo a patadas en el traste a De la Rua.
Si hay algo que los políticos aventureros y el establishment mediático no tiene que hacer, es subestimar el humor del pueblo. Se equivocan profundamente si confunden respeto al periodismo con erigirse en una suerte de privilegiados elefantes blancos a los que se impida examinar y criticar. Con sus inventos de persecución y supuestas agresiones, lo que ponen en evidencia es que no soportan el examen serio, las críticas y la calificación, de lo cual estuvieron casi siempre exentos y a resguardo. No soportan hoy que se les empiece a revisar sus oscuros métodos de tergiversación de la información. No toleran el examen a partir del conocimiento científico comunicacional. Jamás estuvieron bajo examen. Están sorprendidos y descolocados. El análisis y la crítica no es "ataque", como intencionadamente pretenden vendernos, en un ejemplo más de palmaria desinformación y manipulación de conceptos.
En un estado democrático de derecho, nadie, absolutamente nadie, está a salvo de examen, crítica y control. El Senado acaba de pronunciarse en contra de la agresión a los periodistas y al periodismo. Totalmente de acuerdo. Pero si los políticos de ideas vacuas y negocios rápidos, y los dueños de las empresas que se dedican a los negocios mediáticos, entre otros negocios, y a impulsar campañas de retroceso, creen que eso significa que el pueblo conciente y los ciudadanos atentos vamos a aceptar que eso implica dejar de criticar la mentira informativa, la manipulación de la noticia, la dependencia del tratamiento de la información de intereses económicos, o abandonar el apoyo a la rápida y definitiva implementación de la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual, están muy equivocados. La democracia, y dentro de ella la democracia de la comunicación, es un bien que pertenece al pueblo de la Nación, no a ninguna empresa privada o a políticos oportunistas.
(*) Abogado penalista, ex concejal de Lomas de Zamora; integrante de Conciencia Al Sur (CONSUR), Grupo de Reflexión y Gestión.
Rebanadas de Realidad - Buenos Aires, Argentina